El silencio de Barbarossa en Alemania

Autor: Pierre Scordia

Cuando voy al encuentro de Alessandro Barbarossa, este artista me recibe con una gran sonrisa y un cálido abrazo en la estación de U-Bhan de Sternschanze, en el corazón de Hamburgo. Éste romano, napolitano por parte de madre, boloñés por parte de padre, es un europeo convencido. Esta Europa a la que se acusa de todos los males un poco por todas partes en el Viejo continente desde la izquierda y desde la derecha es, según sus palabras, la más hermosa empresa politica que la humanidad haya creado. No comprende a los británicos que han votado el Brexit. "Habrá alguna manera de hacerles cambiar de opinión?" Me pregunta. Yo le respondo que no, solo un desastre económico y/o la partición del Reino Unido les harán volver sobre sus pasos.

Después de haber estudiado Bellas Artes en Roma,  Barbarossa decidió continuar su carrera de pintor en Alemania, primero en Leipzig y después en Hamburgo. Esta ciudad a la vez dinámica y relajada le encanta. Incluso si los Alemanes le parecen a veces fríos y reservados, tiene aprecio a los Hamburgueses simpáticos, acogedores y abiertos de espíritu. "Alemania, por su situación económica, es en este momento un mejor mercado para el arte que Italia." Por otra parte, al contrario que en Londres o París, el coste de la vida en Hamburgo es razonable. Puede permitirse alquilar un hermoso apartamento en el centro de la ciudad y un taller para pintar.

En su estudio, pinta al oleo tanto sobre madera como sobre tela. Siempre pinta en el suelo, porque esta técnica le permite controlar mejor el espesor de la textura. Tras su buen humor y su alegría de vivir, se esconde un intelectual místico; sus obras reflejan un equilibrio entre la parte crítica de su cerebro, influenciado pos numerosas lecturas de Sartre, de Beauvoir, de Eco y de Russell, y la parte derecha de éste, alimentada por sesiones de plena consciencia, el "mindfulness". El resultado es chocante. Sus cuadros abstractos suscitan lectura y reflexión, incluso si algunos parecen en un principio sombríos, la alegría que se desprende de ellos parece provenir de un silencio, se nos transporta a un universo a la vez musical y visual.

El silencio, lo descubrió después de una violenta tormenta en la noche romana. La pintó sobre un lienzo. Aquello fue para Barbarossa una experiencia llena de alegría y agradecimiento. El silencio lo encontró a continuación junto a una fuente en Roma, el murmullo del agua se transfiguraba en calma, en misterio. Las pequeñas iglesias, el subsuelo romano, el Panteón, el Templo de Venus, el cementerio monumental de Verano, las orillas del Tiber, los vestigios de la Ciudad Eterna, los conciertos barrocos en los monasterios y abadías que alberga la capital italiana, han sido una fuente inagotable de silencio.

Yendo a pie a su taller en Hamburgo, pude ver ropas y utensilios que los hamburgueses dejan a los refugiados recien establecidos en Alemania. Este acto de generosidad me ha marcado e impresionado. Personalmente, que es lo que he hecho yo para ayudar a mis semejantes sirios? Nada. Aunque hay quien dice que la generosidad alemana resulta bastante calculada, Barbarossa subraya: "Alemania, como muchas otras naciones, tiene mucho interés en cambiar su imagen internacional y en construir una nueva memoria colectiva". El hecho es que los alemanes han sabido mostrar el mejor lado de nuestra humanidad durante estos dos últimos años. Esperemos que ésto no se les vuelva en contra como un bumeran con la emergencia de un partido nacionalista. Confiado, Alessandro Barbarossa, declara que mientras la economía sea dinámica y próspera, Alemania se mantendrá como una tierra abierta a los exiliados.

FΩRMIdea Madrid, el 16 de mayo de 2017,

Pinturas de Alessandro Barbarossa 

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A. Barbarossa

 

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