Corina Bartra

 

Jazzista neoyorquina, precursora de un nuevo género musical

Auteur : Pierre Scordia

Nueva York: de hervidero cultural al repliego narcisista - el punto de vista de una jazzista

En un día soleado, cálido y humeo, como es habitual en Nueva York, voy al encuentro de esta artista típicamente Neoyorquina, aunque haya nacido en Perú, pero la Gran Manzana se compone de ese crisol que tan bien caracteriza a la ciudad y a la civilización occidental. Las influencias irlandesas, judías, italianas y latinas han hecho de esta ciudad una metrópolis trepidante, devoradora, aturdidora. 

Corina Bartra

Hemos quedado a las dos, ella no me ve, pero yo la observo. Estamos en una brasserie al norte de Chelsea, en la calle 26 entre Broadway y la avenida de las Américas. Llega al bar, se quita su gorro, transpira un poco, se pasa la mano por sus cabellos para colocarse bien el flequillo, pide una pinta, pero, exigente, prueba algunas cervezas antes de decidirse por una tostada. Tiene un aire de impaciencia y mira su reloj. El tiempo es, sin duda, oro en Manhattan. Finalmente me acerco a ella. Me sonríe brevemente pero conserva un pequeño aire severo, me examina en dos vistazos rápidos pero precisos a fin de adivinar mi personalidad. Oh, yo la imagino dura, a imagen de los neoyorquinos. Y allá vamos, le hago la primera pregunta, comienza a hablar y rápidamente me siento cautivado por su vivacidad, su fácil elocución, su hermosa voz grave y la profundidad de sus reflexiones. Finalmente, me resulta muy simpática.

Desde muy joven quedó fascinada por el jazz americano y cuando sus padres le trazaron su porvenir pagándole los estudios de derecho en la universidad de Georgetown, recién admitida, hace novillos para refugiarse en Nueva York donde puede vivir su sueño: estudiar y cantar jazz. En esta época, Corina no me aporta ninguna fecha, la ciudad mundo era rica en promesas así como peligrosa. Cuando su madre, furiosa por la elección de su hija, le sigue hasta Manhattan para hacerla entrar en razón, sufrió dos casos de agresiones: golpes y un revolver en la sien. Se prometió a si misma no volver a poner los pies en esa metrópolis demasiado dura, demasiado brutal; Lima, tranquila en aquella época, la estába esperando... 

Pero poco a poco Corina encuentra su público, adepto a su mezcla de géneros, jazz afro-latino-indígena. En Perú, su música no hubiera sido nunca aceptada, porque la élite blanca que suele frecuentar los espectáculos, hubiera abucheado al escuchar el sonido de instrumentos autóctonos, herramientas tan primitivas... Mientras que Nueva York estaba abierta al mundo, ávida de novedades, burbujeante de cultura y de mestizaje. Esos ciudadanos salían constantemente por las noches a restaurantes, los bares y las salas de jazz. Nueva York era la Roma moderna de la posguerra. Corina hacía numerosas representaciones en el Metronome, en el Birdland cuando estaba en el Village, en el Jazz Mobile, e incluso en el CBGB con su grupo de rock. El CBGB donde su madre se desmayó cuando la vio cantar en un lugar donde la gente llevaba cadenas y fumaba porros.

Por desgracia Nueva York ha cambiado, me dice. Hoy en día, esta ciudad se ha vuelto muy corporativista y la composición de sus residentes ya no es  la misma. Manhattan ha sido conquistada por gentes extremadamente materialistas en busca de gadgets de todo tipo. Viven en su burbuja donde su IPhone último modelo es su único compañero. Trabajan para la mundialización pero se aíslan de los demás, esa es la contradicción que vivimos. Los neoyorqueses de estos momentos no salen más que rara vez." Desde hace varios años, Corina vive en gran parte de sus cursos de música, lo que no es un obstáculo para hacer espectáculos en Europa, adonde viaja por lo menos una vez al año. Adora el público alemán, abierto y generoso, que no duda en salir durante los entreactos para comprarle flores. Berlin y Hamburgo son sus lugares favoritos. También le gusta el público francés, pero piensa que desafortunadamente, los parisinos que trabajan en el mundo del espectáculo, se han convertido en gente complicada, conservadora y demasiado orientada a los beneficios. Los valores americanos están ahora en Paris, imposible ahora organizar un espectáculo sin abonar un depósito, "!un depósito a nosotros, los artistas!". Una pena, porque... ¡los espectadores parisinos son unos de sus favoritos! En cuanto a España, la madre patria, Corina tiene sentimientos ambivalentes. No soporta el desprecio de los españoles hacia los latinoamericanos, mientras que los Madrileños están lejos de ser las gentes más refinadas. No somos todos iguales.

Los aires musicales de Corina siguen la evolución espiritual de esta mujer carismática y aventurera. Neoyorquina de adopción, le encantan los movimientos espirituales New Age. Adepta desde su llegada a un gurú ruso, se ha distanciado con el tiempo por amor a su libertad de pensamiento y por rebelión contra toda jerarquía. Integra en su filosofía ideas de los pueblos amerindios: la Pachamama, Madre Naturaleza, a las fuerzas espirituales de las plantas, esos seres que ignoramos y maltratamos demasiado a menudo en Occidente. Corina Bartra es una música admirable que rechaza todo término medio, preocupada por la autenticidad de su creatividad. No duda, a veces, en improvisar en sus espectáculos cuando está inspirada. Crea sus propias palabras al son de la música jazz, el scatting.

Corina Bartra es la prueba de que la mundialización tiene sus ventajas y que puede ser beneficiosa si rechazamos la uniformidad cultural y si nos oponemos a un materialismo ávido e insaciable.

FORM-Idea.com Madrid, el 24 de mayo de 2017 (versión francesa publicada en Le Huffington Post)

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