La arena y la supervivencia del ser humano

Autor: Pierre Scordia

El verano, los veraneantes se dirigen hacia el mar y sus playas para relajarse y refrescarse. Uno se embadurna de protector solar o de aceite que se disuelve en el mar, algunos entierran sus colillas, otros dejan a los cuidados del mar la inmersión de sus cucuruchos de helado, de sus envoltorios de galletas, de sus botellas de plástico. Mientras que el padre se baña, la madre se tumba sobre la arena caliente para recocer mejor su piel al sol; el niño, entre tanto, construye un castillo de arena con su pala y su pequeño cubo de agua.

Su frágil construcción es posible aún, pero cada año la arena retrocede en favor del mar y la costa se erosiona entre la gran indiferencia de la población atrapada en el engranaje del consumismo y el excesivo desarrollo urbanístico.Multinacionales y organizaciones mafiosas expolian el fondo de los océanos para responder los delirios de grandeza de las monarquías del Golfo que se han vuelto insaciables. ¡Se necesita tanto hormigón armado para construir rascacielos sin alma e islas para millonarios fantasma! Las ciudades estado del mundo quieren expandirse a costa del mar.

Quince mil millones de toneladas de arena se extraen cada año afín de proveer a la industrialización desenfrenada, en especial la de China. La explosión demográfica de los países emergentes agrava esta devastación. La construcción de embalses gigantes sobre nuestros ríos para alimentar nuestro consumo de electricidad impide el flujo de los sedimentos hacia el mar que reconstruiría de manera natural la arena de nuestro litoral.

Sin ningún control, los cargueros aspiran abundante suelo marino poniendo fin a la fauna y la flora necesarias a la cadena alimenticia marítima. 90% de las playas de Florida están desapareciendo de manera progresiva. Una veintena de islas indonesias han desaparecido del mapa. La erosión de nuestras costas superpobladas progresa a un ritmo aterrador. Y para parar este problema se construyen diques de hormigón, se extrae la arena del mar, se hace como que se reconstituyen las playas... Contratos jugosos para las compañías de construcción.

Tomemos como ejemplo las Maldivas: la religión conservadora del archipiélago frena la emancipación de la mujer, y de este modo el control de natalidad, hay que construir a lo alto sobre islas superpobladas. La mano de obra local, cuya tarea es sumergirse a pulmón para llenar sacos de arena, aporta un trabajo que reduce su esperanza de vida y les priva de una protección contra el aumento del nivel del mar.

Es un circulo vicioso. En nombre del desarrollo, se construyen aún mas aeropuertos inútiles y autopistas, sin embargo destruimos la arena de nuestras costas. Los pescadores bretones se oponen manifestándose contra los grandes grupos como Roullier, Bouygues, Vinci, Lafarge, Italcinemti, Cemex porque saben que las buenas pescas se encuentran cerca de los bancos de arena. Pero esta rebelión reagrupa una minoría de opositores, quizás será demasiado tarde cuando una mayoría tome consciencia de este pillaje.

Nuestro modelo de desarrollo continuo amenaza la supervivencia de la especie humana y no son las políticas de natalidad tales como las de Erdogán las que van a aportar soluciones. Si no hay regulación, la supervivencia del planeta está amenazada.

Este texto se escribió después de ver un documental de Denis Delestrac reemitido por la cadena de televisión Arte.

Traducido del francès por Claudio Sales Palmero. FΩRMIdea Madrid, 8 de septiembre de 2017.

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