Mi Maestro el Pulpo | My Octopus Teacher
Por Pierre Scordia
En tiempos donde la desconexión con la naturaleza parece inevitable, Mi Maestro el Pulpo llega como una bocanada de asombro y humildad. Este galardonado documental de Netflix no solo revela la inteligencia y sensibilidad de una criatura marina poco comprendida, sino que también plantea una profunda reflexión sobre nuestra relación con el entorno. A través del lente del cineasta Craig Foster, somos testigos de una historia de confianza, dolor y redención en las profundidades del océano.
En la plataforma Netflix se encuentra disponible un documental excepcional que revela, con una sensibilidad poco común, la riqueza y la fragilidad de nuestro entorno natural a través del vínculo improbable entre un buceador y un pulpo.
Titulado en inglés My Octopus Teacher (Mi Maestro el Pulpo), este filme narra con tono íntimo y poético la efímera existencia de un pulpo en las costas sudafricanas. La narración del cineasta Craig Foster —profunda, honesta y cargada de emoción— logra conmover incluso a los más escépticos. ¿Quién habría imaginado que se podía sentir tanta empatía por un molusco?
Con su aspecto casi extraterrestre, la criatura pronto se muestra intrigada por la constante presencia del hombre en su mundo submarino. Día tras día, se desarrolla una relación inesperada: el pulpo inicia el contacto, primero tocando su brazo con uno de sus tentáculos, luego el pecho, hasta finalmente permitir que la acaricie. Una interacción que, más allá de lo científico, toca las fibras más humanas del espectador.
Para cazar, el pulpo despliega una asombrosa inteligencia: recurre a ingeniosas estratagemas e incluso aprovecha la presencia del buceador para capturar un cangrejo. A lo largo del documental, compartimos con él el estrés de sobrevivir en aguas frecuentadas por tiburones pijama, depredadores habituales de los pulpos en las costas sudafricanas.
Uno de los momentos más impactantes del filme muestra cómo este pulpo es atacado por uno de estos tiburones. Herido y debilitado, pierde uno de sus ocho tentáculos. El proceso de recuperación es lento y conmovedor: pasa cerca de cien días oculto bajo una roca, mientras su cuerpo regenera el apéndice perdido. La capacidad de recuperación de esta criatura resulta tan fascinante como su versatilidad: puede incluso desplazarse fuera del agua, una habilidad crucial para evadir a sus depredadores.
Surge entonces una pregunta inevitable: ¿cómo es posible que un ser con una vida tan breve —apenas un año— posea tal nivel de inteligencia? Este octópodo no solo tiene memoria, sino que también anticipa. Observa, analiza y predice el comportamiento tanto de sus presas como de sus enemigos.
Cuando finalmente llega su etapa reproductiva, el pulpo entrega su última energía a la vida: pone miles de huevos que las corrientes marinas dispersarán. Con su misión cumplida, muere de agotamiento. Su cuerpo, en un ciclo natural sin sentimentalismo, se convierte en alimento para los carroñeros del océano, entre ellos, los mismos tiburones que alguna vez lo acecharon.
form-idea.com, el 25 de abril de 2021. Lea en francés