Autor: Pierre Scordia  

Residiendo en Gran Bretaña desde hace más de 10 años, habiendo contribuido cada año a la fiscalidad de este gran país, que conozco bien ya que en el cursé mis estudios superiores en los 90, acabo de tomar consciencia de que mis derechos fundamentales como residente y como ciudadano europeo están amenazados, me pueden ser retirados en cualquier momento a partir de 2019 en nombre de la voluntad del pueblo británico. Hace un mes supe, con gran decepción, que la Cámara de los Comunes acababa de rechazar garantizar los derechos de residencia a los ciudadanos de otros estados miembros de la Unión Europea establecidos en el Reino Unido. 

La incomprensión se me apodera. Veo desfilar en mi cabeza las grandes tragedias de la historia europea: la expulsión de los judíos de Inglaterra, de los moriscos de España, de los hugonotes de Francia, de los griegos de Jonia, de los alemanes del Volga o de los Sudetes, de los Tártaros de Crimea, de los Pieds Noirs del sur del Mediterráneo. Finalmente, un estatuto, una nacionalidad, un puesto, no protege al individuo de la democracia, of the Will of People, por usar los términos de los tabloides nacionalistas y xenófobos de esta nueva Inglaterra que cuesta reconocer.

Aprendí la lengua Inglesa, nunca me aproveché de las generosas prestaciones de este país, voy rara vez al médico, pago cada año mis impuestos, respeto y admiro las instituciones de esta nación, jamás he sido integrista ni defraudador, he abrazado los valores británicos, pero siendo francés, nunca sentí la necesidad de pedir la nacionalidad británica. ¡Qué error haber tomado un año sabático en España en 2015! ¡Ese año de ausencia me impide hacer una petición de residencia incluso siendo profesor de una universidad londinense desde hace 11 años!

Debo entender que represento, con otros tres millones de residentes procedentes de la Unión Europea, una moneda de cambio en las próximas negociaciones entre el Reino Unido y la Unión. En teoría, puedo concebirlo, ya que el Reino Unido podría estar en una difícil situación política en el tablero internacional. Sin embargo el mal ya está hecho. Mi situación se vuelve precaria y por la primera vez siento las consecuencias del discurso anti inmigración. Nadie está a salvo de las limpiezas en la población, sean estas violentas o no. Ya no me siento en casa. My home is no longer my home. Volver a Francia, entre los míos, no sería eso preferible?

Inglaterra, esta gran nación mercantil que ha inventado la democracia parlamentaria, se haya secuestrada por una prensa virulenta y por una camarilla de políticos arrogantes nostálgicos de una grandeza pasada. Detrás de los aires de humildad de Theresa May se esconde una persona temible que prefiere sacrificar los intereses de su gran pueblo por sus propias ambiciones profesionales. Lo mismo se puede decir del líder de la oposición Jeremy Corbyn.

Afortunadamente existe esa Cámara Alta, la de los Lores, los representantes no elegidos, futuros enemigos de la nación para el periódico The Daily Mail. Estos Lores pueden tomar sus decisiones de manera consciente puesto que no tienen que enfrentarse al voto popular ni a la sanción de partido. Me sorprendo de llegar al la siguiente conclusión: los Lores, campeones de la desigualdad social, se han convertido en políticos valientes, preocupados  por el futuro económico y político de su país y garantes de los derechos de todos los residentes en Reino Unido. ¡Qué ironía!

Cinco días después de la activación del articulo 50, ciertos conservadores y periodistas ingleses hablan du una posible guerra contra España con el fin de proteger Gibraltar, cruzando, con esta verborrea imperialista, el Rubicón de la estupidez humana. Uno se da cuenta, cuando habla de Europa, que los pequeños “Englanders” pierden su sangre fría y racionalidad. El Brexit constituye un claro salto atrás muy lamentable.

FΩRMIdea Londres, el 10 de abril de 2017. Artículo publicado en The Huffington Post.