UN PAÍS VASCO DIVIDIDO A LA FRANCESA
Autor: Pierre Scordia
Si Nantes no es bretona, Bilbao no es vasca
Una nota para aquellos que se consideran desafortunados por el respeto que el resto de España les ofrece… comparado con regiones de Francia. Aquí no pretendemos hacer apología independentista pero abogamos por el respeto de la identidad histórica.
Imaginen un gobierno Rajoy visitando a los socialistas franceses en busca de empleo después de su debacle electoral; dichos asesores vendrían a socorrer al ejecutivo madrileño para arreglar de una vez por todas la cuestión del País Vasco español con una serie de consejos.
Primer consejo:
Se redibujan las fronteras creando una nueva región, reagrupando Vizcaya, Cantabria y Burgos, que pasará a llamarse País del Ebro, así se privará de Bilbao al País Vasco, su corazón económico, y se reducirá gran parte de su población, que pasará de 2.19 a 1.19 millones de habitantes. Historiadores muy en boga en los medios de comunicación afirmarán que Bilbao nunca ha tenido realmente una cultura vasca, excepto en el siglo XVI (¡uno no puede, claro està, destruir todos los monumentos históricos!) Aquellos pasarán a glorificar la identidad castellana, fuente de prosperidad y de intercambios; Bilbao se convertirá, de hecho, en puerto imprescindible en la Península Ibérica, es más, se abrirá al mundo propiciando el multiculturalismo y la cultura digital. Su futuro será prometedor, habrá un País Vasco histórico y una comunidad autónoma del País Vasco.
Segundo consejo:
Para facilitar la aceptación de esta nueva identidad en la población bilbaína, se hará de su ciudad la capital del País del Ebro; algunos nostálgicos se resentirán, pero se convencerá a la mayoría progresista de que la cultura vasca, privada de Bilbao, saldrá reforzada; Por otro lado, serán numerosos los economistas e historiadores revisionistas que recuerden que la ciudad, dominada vasca por algunos, siempre ha mirado hacia Castilla y no hacia el resto del País Vasco y Navarra.
Tercer consejo:
Para facilitar un acuerdo, se pondrá un panel bilingüe BILBAO/BILBO para mostrar al mundo que la parte vasca del País del Ebro no renuncia a sus orígenes. Sin embargo, se intentará eliminar el arcaico "Euskal Herria" de los monumentos históricos y edificios oficiales para consolidar la nueva identidad regional. En el ayuntamiento, la ikurriña se sustituirá. Se ondeará una tela blanca con la inscripción en letras azules "País del Ebro". El nuevo nombre será celebrado por los más progresistas, que minimizarán el uso de la lengua vasca por la élite utilizada de los siglos XIX y XX. Un político, popular, relanzado, hará callar las voces en contra y procederá a la división de la provincia amputada del País Vasco.
Cuarto consejo:
Supongamos que los vascos renuncien al chovinismo endogámico, vamos, que no sean los aislacionistas que ve en ellos la élite madrileña. Mantengamos la imagen de un Joaidun para el País Vasco y Navarra y distingámosla de un Bilbao industrial y sofisticado. La ciudad abierta al mundo se convierte en la hermana gemela de Madrid, un nuevo estatuto que no dejará de suscitar optimismo y orgullo. El rechazo a esta disociación será percibido como paleto, reaccionario, nacionalista y retrógrado. Aferrarse a una antigua división administrativa en el momento de la mundialización apunta a un espíritu obtuso.
Quinto consejo:
En aras de la democracia, esta nueva división territorial impuesta por Rajoy y sus consejeros franceses podrá, por supuesto, revisarse. En nombre de los derechos personales se preverá un referéndum en un plazo limitado de dos años. Se exigirá una petición por escrito (únicamente - ¡viva la burocracia!) de 100.000 personas, es decir 10% de la población de la metrópolis bilbaina, si ésta desea volver a formar parte del País Vasco. Si gana el sí, será necesario que las otras provincias del País del Ebro acepten el veredicto democrático: la salida de su rica capital, Bilbao, de la nueva comunidad autónoma.A partir de 2019, las fronteras recién creadas serán ya legalmente inamovibles.
¿Parece esto impensable o ridículo?
Pues es lo que esta ocurriendo en Bretaña (Francia) con la pérdida de su capital histórica: Nantes[1]. La cuidad fue la capital del ducado independiente de Bretaña en el siglo XV. Esta gran urbe bretona es ahora capital de Les Pays de la Loire, región artificial sin ningún lazo histórico entre sus componentes.Normandía ha sido reunificada, pero no Bretaña, porque esto todavía le da miedo a París, y sin embargo, en realidad, una Bretaña reunificada, próspera, abierta y a gusto con sus dos culturas (celta al oeste y latina al este) sería ejemplar para una Francia confiada y respetuosa con sus regiones.Pero parece que las fuerzas centrípetas harán de Nantes parte de Les Pays de la Loire por vitam aeternam. No pasa nada si se borran de un plumazo 1200 años de historia, o si se envía a duquesa y reina Anne de Bretagne al olvido. La República Francesa desprecia las regiones históricas, no queda más que poner el castillo de los Duques de Bretaña sobre unas ruedecitas y sacarlo de Nantes. La reorganización de las regiones francesas que llevaron a cabo el anterior presidente François Hollande y sus acólitos socialistas, es un insulto a la memoria colectiva y al patrimonio cultural mundial[2].
Emmanuel Macron en su discurso en Quimper, en enero de 2017, reconoció la pertenencia de Nantes a Bretaña, pero es probable que las fuerzas jacobinas y los pequeños barones de Les Pays de la Loire le impidan hacer justicia a la historia… y a Nantes.
[1] Nantes fue la capital de una Bretaña independiente en el siglo quince.
[2] François Hollande retomó la visión organización territorial de Bretaña del Mariscal Petain, bajo el régimen de Vichy. En cuanto a Alsacia, ha desaparecido como región. Solo 95 de 577 diputados franceses votaron a favor del nuevo mapa territorial del país, es decir, el 16,5% (solo 162 diputados se molestaron en votar).
FORM-Idea.com España, 2 Augusto de 2017.