Ada “Bricktop” Smith

 

Escena:

En el salón de una artista negra de cabaret jubilada y dueña del club Bricktop.

 

Abre la puerta y deja pasar a un joven.

Vamos hijo, ven, no te detengas en su imagen perfecta. Pienso que cuanto más envejeces, más te pareces a ella. Yo sé que no te parío, pero no obstante al adoptaros, a ti y a todos los otros[1], os tomaba por dobles, te juro. Se dice que cuando pasamos mucho tiempo juntos acabamos por parecernos, pues supongo que ahí está la razón. Poco importa, acércate hijo y siéntate. ¿Vienes de lejos? ¿Quieres tomar algo? Puedo ofrecerte un trago si quieres. ¿Seguro que no quieres nada?  Bueno, acabo con todas esas trivialidades. Es gracioso, cuanto más envejecemos, más atención prestamos a los jóvenes, sobre todo. Supongo que tratamos de componer con todo lo que no pudimos hacer cuando éramos jóvenes. Sabes, es como si no hubiéramos sido atentos a los otros cuando lo pudimos haber sido. ¿Y qué? Déjame que me siente y voy a parar con todo este jaleo, de lo contrario te volveré loco.

Solo estar aquí contigo me recuerda cuánto la extraño. Lamento decirte eso, porque en el fondo, tu tienes mas razones que yo para sentir pena ya que ella era tu madre. En todo caso, a mí parecer nuestras vidas siempre han estado entrelazadas. Llegamos a Paris más o menos al mismo tiempo y tuvimos destinos asombrosos y paralelos que nos unieron extrañamente; así, cuando se murió, fue como si una parte de mí se hubiera apagado, aunque es cierto que hacia tiempo que no nos veíamos. No fue porque no lo queríamos. Fue solo porque estábamos atrapadas en nuestros negocios y que nuestras vidas nos daban poco respiro. Pero amaba a Josie[2], aunque nuestras vidas hayan dado giros tan diferentes, hasta en nuestra relación con Paris. Para mi la Ciudad de las Luces fue siempre un lugar temporal mientras que Josefina se enamoro de la capital francesa y finalmente, fue un amor reciproco. Ahora, cuando pienso en ella, la veo siempre amable, por lo menos al principio… mucho antes de que tu y tus hermanos llegaran. A veces podía ser incontrolable, como un felino por los Campos Elíseos. ¿Quién en esta Tierra sino Josefina, haría tal cosa?  En cierta manera, era lo que nos diferenciaba la una de la otra. Yo era mayor de edad y la mas pragmática. Yo había sentido que, si no me ocupara del cabaret yo misma, nadie lo haría, mientras que Josefina pensaba que todo se arreglaría solo. Por eso yo me moriré confortablemente mientras que Josefina lucho siempre con el dinero, aunque era una de las mujeres más ricas del mundo. Casi acabo en la indigencia, pero cuando se murió dejo tras si una leyenda. ¡Cuidado! ¡No te equivoques! Era muy trabajadora Josefina y, por otra parte, falleció inmediatamente después de su ultimo espectáculo. Desgraciadamente no sabia llevar sus negocios. Romántica y frívola, no quería ser gestora.

Algo dentro de mí, me hace muy prosaica y tampoco soy la artista que ella fue. Si me obligan puedo cantar y bailar bastante bien, pero tal vez mi talento consistiera siempre en crear un ambiente en el que podía la gente, solo al entrar, escaparse de su destino durante una noche, una noche de sueno. Hacia que la música y las luces fueran perfectas para crear el mejor ambiente. Te extrañaría si te dijera que los ricos quieren huir de su vida tanto como los pobres, tal vez mas, tan raro como pueda parecerte. Aunque los afortunados tienen todo lo que quieren, siguen siempre desdichados.

Al cerrar los ojos ahora, veo al Paris tal como lo hemos conocido. No el París que tú ves hoy: un Paris invadido por multitudes de turistas, un Paris intramuros completamente aburguesado, un París que teme a los forasteros, una metrópoli encolerizada. Antes, era una ciudad diferente, una ciudad de colores y luz. En aquella época, éramos tan pocos que atraíamos todas las miradas como si fuéramos seres raros y exóticos. Cuando las perlas que eran raras antaño se hacen numerosas, dan miedo. Es extraño, ¿no?

Cuando vinimos, las dos éramos artistas y Josefina era el toque cómico del coro. Era ya famosa por los errores estúpidos que cometía voluntariamente en escena. Sabes, hacía muecas de payaso, bizqueaba y después reanudaba el espectáculo perfectamente. Contaba que se peleaba mucho con su madre a propósito de sus espectáculos. Su madre odiaba las bromas de las que era objeto. Ella contestaba que lo hacia temporalmente y que un día las cosas cambiarían, y que aquel día ya no reiría la gente, sino que la miraría con admiración.

Pues, sabes, Cuando vino a París, actuó en la “Revista Negra” combinando todos los estereotipos que sugiere esta palabra. Pero parecía que Josie se iba haciendo famosa, como cuando salía a escena vestida de una falda hecha de plátanos y nada más. Aquella noche, el publico en el Folies Bergères, estaba sobreexcitado. Cuando la vi bailando, entendí lo que estaba haciendo, era un charlestón mejorado, y otra vez añadía ademanes cómicos. Pero querido, poco importa, les gustaba su espectáculo a los blancos que la veían bailar.  Se volvían locos como sí descubrieran el paraíso terrenal. Ahora cuando cierro los ojos solo veo un torbellino de brazos y de largas piernas en la escena, un frenesí casi elegante. Josie esta allá arriba bailando sin calcetines, no deja de bailar.

Lo irónico es que al principio era reacia Josefina, no quería llevar este atuendo. Cuando se lo trajo la modista, le preguntó lo que significaba exactamente ya que no se parecía a un traje. Al principio pensó que era humillante. Es un momento que quiso realmente olvidar más tarde en su vida. Para que pueda acabar con este capítulo de su vida, tendrá que esperar que se haya vuelto una personalidad respetada en el mundo del espectáculo en Francia. Recuerdo que lo hablamos durante horas. Sentía Josie que en París había encontrado una ventana por donde podía escaparse de las humillaciones que había padecido en los Estados Unidos; Sin embargo, nos preguntábamos si no habíamos cambiado de identidad al cambiar la antigua por otra que no era realmente la nuestra. A menudo yo decía a Josie que los parisienses preferían no saber quiénes éramos en realidad. Se contentaban con su imaginario, o éramos seres inferiores, a penas humanos, o mujeres exóticas tan elegantes, tan sexy, tan bellas que tampoco éramos realmente humanas. No es real ninguna de estas identidades, Las dos nos quitan nuestra humanidad y son el resultado de una proyección. No obstante, esa consideración singular en Paris nos ha ofrecido una vida mucho mas agradable y confortable. Y eso significa mucho…

Mi recorrido en Francia fue diferente. Vine allí como interprete y no como superestrella como Josefina. Era un viaje, digamos, mas tranquilo. He cantado y tuve amigos blancos muy famosos, como Cole Porter cuyo matrimonio sirvió para ocultar su orientación sexual, y sin embargo se querían sinceramente él y su esposa, creo. Siempre he creído que el dolor que sintió después de su accidente ecuestre era mas bien la consecuencia de su falta de afirmación respeto a su identidad. Pero, poco importa, sus amigos me contrataban para que les ayudara a bailar como nosotras. Nos moríamos de risa Josie y yo pensando que deseaban estar secretamente en nuestros cuerpos. ¡Oh la la! Cuando pienso en las personas que he encontrado en aquella época, como este joven poeta negro, Langston Hughes. Lo conocí cuando no era mas que un lavavajillas en un club en el que yo trabajaba. Era un chico tímido que luchaba al mismo tiempo contra el racismo y contra su homosexualidad. Por un afroamericano no es fácil amar a los hombres ya que se oponen a ello las Iglesias negras. Era Langston un desvalido como todos nosotros en aquella época. Por eso nos hemos hecho tan buenos amigos. Lamento que tantos artistas no puedan proyectarse en el porvenir a causa de un malestar. Sin embargo, ese joven tímido sería más tarde una verdadera leyenda, una voz para una generación.

Entre las dos guerras, había libertinaje y planes sexuales por todo París. No sé si eran las consecuencias de la guerra o si en nuestro inconsciente sabíamos que otra iba a venir. Quiero decir, hasta Josie y yo teníamos…. pues bien…. no te voy a molestar con los detalles, pero ves lo que quiero decir …. Es raro, es difícil saber si tuvimos todos esas historias de amor porque lo deseábamos realmente, o porque respondíamos a las numerosas solicitudes. Era posible que actuáramos así a causa de un hondo sentimiento de soledad, pues éramos atrapadas entre dos mundos tan diferentes. Cuando una es artista, aunque poca conocida, a veces resulta difícil separarse de la personalidad que el mundo nos ha moldeado. Si no prestamos atención, nos perdemos y no sabemos dónde se detiene la una y dónde empieza la otra. A un momento se volvió Josefina esa mujer que se paseaba por los Campos Elíseos con una chita, y yo una mujer que fumaba puros. ¿Pero éramos nosotras mismas? Hasta hoy, no estoy tan segura.

Muchos años mas tarde, fingió Josefina que nada de eso hubiera ocurrido. Creo que cuando vosotros aparecieron en su vida, quiso inventarse de nuevo como institución francesa respetada y ya no hacia parte de su vida su pasado parisiense. En cuanto a mi, sigo fiel a todo lo que hacia parte de mí yo, el yo que era, el yo que iba a ser y el yo que soy hoy. Lo contrario seria como ocultar una parte de mi vida, es decir, como desdecirme.

En un momento decidí que quería ser capaz de financiarme a mi misma en vez de ser contratada por los otros. Pues descubrí la manera de comprar mis propios clubs, de pagarme un salario y de pagarles uno a los otros.  No actuó nunca así Josefina y el dinero venia y se iba con vosotros, sus hijos. Yo, no olvidaba todas esas imágenes de una vida sin dinero, por eso estaba decidida a que tal situación nunca se produjera. Me aproveché de todas las oportunidades que me permitieran aprender el oficio y las que aseguraban el flujo de caja.

Hicimos venir a los mejores, es decir a gente como el duque y la duquesa de Windsor. Tengo que confesar que formaban una pareja muy particular. Teníamos la impresión que era ella quien llevaba las riendas mientras que él, tenia mala pinta, un cascaron vacío. Cuando lo mirábamos a los ojos, parecía ausente. No fue asombroso que mas tarde le vieran en Alemania haciendo el saludo nazi. Parecía desempeñar un papel que lo desesperaba, lo que me deja pensar que tal vez echara de menos su abdicación. Pero nadie se atrevía a hacerle tal pregunta.

Había también F.Scott Fitzgerald, un señor amable pero triste. Es como si hubiera conseguido el precio con que sonaba cuando se caso con su amiga de niñez, Zelda. Desgraciadamente se dio cuenta de que nunca podría hacerla feliz. Ella era muy complicada y tenia que resolver problemas imposibles. Cuánto mas se acercaba a ella, mas exasperaba a sus amigos. Le reprocharon todo lo que se le ocurrió, pero creo que nadie se dio cuenta de que había otro aspecto en esa historia.

Pero volvamos a tu madre. Ahora que ha muerto, seguro que vas a oír muchas cosas a su propósito. Mi consejo es que puedes tomar, pero sobre todo dejar. Hay numerosas Josefina y el mundo conoce a una sola. Soy su más antigua amiga y bien se puede que ignore muchas cosas de ella. Lo que puedo decir es que las dos llegamos aquí en una época muy diferente de la de hoy. Y gracias a todo lo que vio y lo que atravesó, prefirió Josie nunca hablar del pasado para moldear mejor el porvenir. Tenia una visión de lo que pudiera ser el mundo. Por eso os adopto a todos. Deseaba mostrar al mundo un futuro en el que no seria necesario interpretar un personaje para ser aceptado, poco importa que seamos negro o de otra raza. Podemos quedarnos lo que somos asumiendo lo que somos. Si me lo preguntaras, así sería cómo hubiera deseado que la recordáramos. El resto de su vida contaba menos.

Pausa. ¿Como me gustaría que me recordaran? Hijo, dame algunos minutos para que lo piense.

***

[1] Los blancos
[2] Diminutivo de Josefina

Texto en inglés: Bricktop

Texto en francés: Joséphine Baker racontée par Bricktop


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