Alejandro Magno: la creación de un dios – una serie apasionante en Netflix

Tras el éxito de la serie sobre los últimos zares, Netflix vuelve a sumergirse en el pasado con Alexander: The Making of a God, traducida como Alejandro, la creación de un dios. Esta docuserie narra el meteórico ascenso de Alejandro Magno, el joven heredero del pequeño reino de Macedonia que, en pocos años, logró conquistar Asia Menor, Egipto, Babilonia y todo el Imperio persa.

El relato se estructura en torno al conflicto entre Alejandro y Darío III, el emperador persa, dos hombres que subieron al trono casi al mismo tiempo. La gloria inmortal de uno se construiría sobre la derrota definitiva del otro.

Los historiadores coinciden en que Olimpias, madre de Alejandro, dejó una huella profunda en su destino. Mujer ambiciosa y políticamente sagaz, se cree que estuvo implicada en el asesinato de su esposo, el rey Filipo II, temerosa de que su nueva esposa —fuera de su control— pudiera darle otro heredero varón.

Tras la muerte de Filipo, Alejandro fue proclamado rey y responsabilizó a los persas del asesinato. Mientras tanto, Olimpias eliminó a su rival y a su descendencia para garantizar el trono a su hijo. Su papel fue decisivo, aunque en las sombras.

El hijo de Zeus

Fue Olimpias quien alimentó en Alejandro la creencia de que no era hijo de un simple mortal, sino del propio Zeus. En la Grecia antigua, donde era común el uso de sustancias alucinógenas en rituales religiosos para contactar con dioses y espíritus, esa afirmación no era insólita.

Convencido de su origen divino, Alejandro se sintió un semidiós. En una cultura donde los dioses convivían con los hombres, esa idea no solo era creíble, sino poderosa. Esta fe en su destino le otorgó una temeridad y una confianza absolutas, elementos decisivos en sus campañas. Su audacia, comparable con la de Napoleón siglos después, se convirtió en un sello personal en la batalla.

Al este de Macedonia se encontraba el vasto Imperio persa, que se extendía desde Egipto hasta el actual Pakistán, con Babilonia como su deslumbrante capital. Darío III, su emperador, no pertenecía a la nobleza tradicional, pero su esposa Statiera, de sangre real, le confería legitimidad.

El imperio estaba dividido en provincias llamadas satrapías y albergaba a cerca de la mitad de la población mundial de la época, unos 150 millones de personas. Su riqueza procedía en gran parte de Egipto, el granero del mundo antiguo y tierra rica en minerales, especialmente oro.

Granicus e Issos: las primeras victorias

La primera gran batalla contra los persas fue la del río Gránico, en la actual Turquía. Paradójicamente, había más mercenarios griegos en el ejército persa que helenos en las filas macedonias. Tras la victoria, Alejandro fue despiadado con los griegos prisioneros, enviando un mensaje claro a las ciudades-estado aún indecisas.

Un episodio menos conocido ocurrió en Issus, ciudad griega que se resistió a los macedonios antes de la gran batalla: Alejandro ordenó ejecutar a toda la población como castigo ejemplar [1].

El 6 de diciembre del 333 a. C., Alejandro obtuvo su victoria más emblemática hasta entonces en la batalla de Issos. Aunque superado en número, dividió estratégicamente las tropas persas y atacó su flanco más débil, obligando a Darío a huir y, en su apuro, dejar atrás a su esposa e hija. En la tradición persa, las esposas reales asistían a las batallas para celebrar la victoria; en Issos, fueron testigos de la derrota.

 

Alejandro y su ejército macedonio | Netfix

Alejandro en Egipto: entre dios y faraón  

En lugar de perseguir a Darío, Alejandro marchó hacia Egipto, consciente de su valor estratégico. Se presentó como libertador del dominio persa y fue bien recibido por los egipcios. Admirador de la cultura faraónica, no solo la respetó, sino que la adoptó.

Buscando legitimidad espiritual, emprendió una arriesgada travesía por el desierto hasta el oasis de Siwa, donde el oráculo del dios Amón lo proclamó su hijo. Para los egipcios, eso lo convertía en faraón legítimo. Para los griegos, era perfectamente aceptable: asociaban a Amón con Zeus. Así, Alejandro fue coronado Faraón de los Dos Egiptos y adorado como una deidad.

Dejó una huella duradera al fundar Alejandría, futura joya cultural del mundo antiguo, famosa por su biblioteca y su faro. Sin embargo, esta transformación molestó a muchos generales macedonios, entre ellos Ptolomeo, quien más tarde heredaría Egipto y fundaría su propia dinastía faraónica. De esa misma dinastía nacería siglos después Cleopatra [2].

La llegada de Alejandro en Egipto – Netflix

La toma de Babilonia y el fin de Darío

Con Egipto bajo su control, Alejandro retomó la ofensiva. Darío, intentando evitar un desastre, le ofreció la mitad de su imperio y la mano de su hija Barsine, ya prometida a Mazaios, un influyente general persa. Alejandro rechazó la propuesta y envió su respuesta directamente a Mazaios, desestabilizando al bando enemigo.

La batalla decisiva fue en Gaugamela (actual Irak), donde, pese a estar en clara desventaja numérica, Alejandro volvió a triunfar con una brillante estrategia. Darío huyó, pero Mazaios, gobernador de Babilonia, se negó a seguirlo y entregó la ciudad sin lucha. Alejandro no solo respetó Babilonia, sino que la puso bajo su protección, ganándose la simpatía de sus habitantes.

Alejandro persiguió a Darío hasta el Hindu Kush, pero antes de alcanzarlo, este fue asesinado por su propio general, Beso. Alejandro, indignado, hizo ejecutar al traidor y organizó exequias reales para Darío, reforzando así su posición como heredero legítimo del Imperio persa.

Hefestión, el gran amor

Más allá de sus matrimonios políticos —incluido el que contrajo finalmente con Barsine—, la gran historia de amor en la vida de Alejandro fue la que compartió con Hefestión, su amigo y compañero de batalla. En la Grecia antigua no existía una palabra específica para “homosexualidad”. La sexualidad se entendía como parte natural de la vida, sin juicio moral.

Este tipo de relaciones no eran vistas como escandalosas ni decadentes, sino muchas veces como ideales de afecto y lealtad. No obstante, no hay que perder de vista el contexto: la Macedonia de Alejandro era una sociedad guerrera y brutal, donde el valor en combate definía el respeto, más allá de las categorías de género o identidad que conocemos hoy.

***

[1] Issus, ciudad griega que resistió a los macedonios; Alejandro hizo ejecutar a toda la población como ejemplo.
[2] Cleopatra será una de las descendientes de este linaje griego fundado por Ptolomeo.Lea este artículo en francès

Alejandro (Buck Braithwaite y Héphestion (Will Stevens) – Netflix



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