Stefan Todorov, el artista rebelde de Sofía

Autor: Pierre Scordia

Stefan Todorov es probablemente uno de los artistas más en voga en Sofía y en Bulgaria. Sus cuadros se han vendido en la Corte Imperial de Japón, al rey de Marruecos e incluso a Hillary Clinton. Stefan es una especie de pintor-filósofo que intenta desvelar lo invisible bajo diferentes formas y colores. Crea un espacio ante el cual la gente se siente libre de pensar; puesto que la fotografía capta mejor los retratos y los paisajes, es inútil representarlos. Lo más fascinante es que este hombre genial dirige su pincel sin la menor vacilación. Representar lo invisible es inaccesible a aquel que planifica. Todorov no tiene ningún prejuicio sobre los colores, el negro no tiene nada de oscuro, el blanco no representa obligatoriamente lo límpido. Todas las tintas son harmoniosas, sólo las formas llevan una carga de emoción, un sentido, un sentimiento o incluso traducen el subconsciente. Pero atención, el estado de humor no influencia en manera alguna su trabajo, puesto que los estados del alma no tienen nada que ver con el arte, con la composición de las formas y de los símbolos geométricos, al contrario, la forma puede influenciar el humor. Todorov domina sus altibajos a través del trabajo que lleva a cabo al son de música ligada a su diseño. No busca ni la inspiración ni la meditación en su obra. Llega el momento en el que siente que debe comenzar la obra, la cual él compara a un libro. Cada elemento del cuadro sería como un capítulo. La realización de su último lienzo ha durado todo un año. Cuando pinta, lo hace durante doce horas de seguido. Me confiesa que jamás se para; su relajación está en el movimiento.

Todorov no comparte mi cariño ni por Sofía ni por Bulgaria. Ese país balcánico no ha superado el comunismo, según él. El socialismo impuesto por Stalin aplastó la vida artística del país. Los intelectuales huyeron o fueron eliminados brutalmente. La nueva era pos-soviética a dado paso a otra, la del mal gusto, el consumismo ostentoso, la vulgaridad que tanto aprecia la mafia que parece haber encontrado su sitio en el país. Tengo la impresión de que hay como una fatalidad y una resignación en la cultura eslava, pero Todorov está ahí para corregirme, ya que Polonia, Eslovaquia, Chequia, Eslovenia y Croacia, católicas, han sabido evitar ese cataclismo mafioso-ortodoxo en el que se han hundido Bulgaria, Ucrania, Armenia y Georgia. Como muchos artistas de talento, Todorov piensa abandonar su país e instalarse en Italia. La adhesión a la Unión Europea es ciertamente útil al país en su objetivo de occidentalización, pero al mismo tiempo es un imán para los cerebros y los artistas.

Bulgaria se despuebla y se empobrece.

FΩRMIdea Madrid, el 18 de abril de 2017. 

Algunas pinturas de Stefan Todorov

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Stefan Todorov