Guadalupe: una isla francesa entre el paraíso y la desesperanza

Autor: Pierre Scordia

Un sentimiento de malestar 

Al llegar al aeropuerto de Point-à-Pitre, Pôle Caraïbe, uno se queda un poco sorprendido, incluso un poco molesto, por los letreros indicando a que cola acudir: la de la Unión Europea es para los Guadalupeños, Martiniqueños, Guáyanos y otros miembros de la UE, mientras que la otra es para el resto del mundo, incluyendo las islas vecinas de las Antillas Menores. Uno sospecha que existe algún tipo de anomalía o de anacronismo.

Tan pronto como abandonas el aeropuerto, se te puede perdonar por pensar que estás en la Francia Metropolitana: los coches llevan matriculas francesas, la bandera europea sobre la F. La arquitectura de la terminal y de otros edificios son típicamente galos, como si los materiales hubieran sido importados directamente de Francia. Las señales de tráfico en las carreteras son idénticos y es sorprendente el uso de una red de autovías en una isla tan pequeña. Solo los cocoteros, las playas y las plantaciones de caña de azúcar recuerdan a los viajeros que se encuentran realmente a 6731 km de París.

Si uno se toma la molestia de rascar un poco bajo la superficie de esta postal caribeña, se da cuenta de que la "Isla Mariposa", está lejos de esta aparente situación de color de rosa, el tejido socio-económico entero funciona de hecho con gotero, con el 40% de la población activa compuesta de funcionarios, de los cuales, los de alto rango, vienen de Francia. Éstos últimos reciben bonificaciones y otras ventajas como compensación tanto por su alejamiento de la Madre Patria como por el alto coste de la vida en la isla; los funcionarios nativos de la isla denuncian la presencia de burócratas franceses que contribuyen a la inflación, aumentado el coste de la vida.

Cabe señalar que la Región de Guadalupe opera exactamente sobre el mismo territorio que el Departamento de Guadalupe desde que las prósperas islas de San Martín y San Bartolomé se hicieron autónomas separándose de la Región de Guadalupe. ¿Entonces, por qué mantener dos administraciones paralelas? Una buena pregunta... ¿Para mantener los empleos y asegurar la reelección de los líderes de la República Francesa? Quizás. Los Guadalupeños rechazaron una nueva única Asamblea por más del 60% de los votos en un referéndum en 2003, prefiriendo mantener el status quo y rechazando más reformas. Desde entonces, la aberración de una doble administración se ha mantenido. No olvidemos que la elección del anterior Presidente François Hollande en 2012 se benefició, de manera no desdeñable, de los votos de los territorios franceses de ultramar. Guadalupe apoyó al candidato socialista con 72% de los votos. El Presidente Macron y su nuevo partido se enfrentaría a una gran oposición aquí si planeara recortar gastos; solo 1 de cada 4 miembros del parlamento en Guadalupe pertenecen a la République en Marche.

Otro 40% de esta pequeña y amigable nación esta desempleada pero disfruta de un considerable número de beneficios sociales que hacen de Guadalupe la envidia de Mayotte (la isla secesionista de Comoros en el Océano Índico con la mayor tasa de natalidad en Francia) que querría ser tan "rica" como Guadalupe. En 2011, obtuvo finalmente el mismo estatus departamental que Guadalupe. En estas antiguas colonias, incluso si en algunas la falta de cariño por Francia es palpable, la gente depende, sin embargo, del sistema de ayudas sociales francés. Se conoce incluso por el nombre de  "beneficio bragueta" al recibido por chicas que se quedan embarazadas, una forma práctica de aspirar a una vivienda municipal.

Una realidad dramática

Hay una realidad dramática detrás de todo esto: los Guadalupeños emigran cada vez más a la metrópolis. A Francia, Canadá, los Estados Unidos, el Reino Unido y los Emiratos Arabes Unidos en busca de empleo. Por ejemplo, en el centro de la pequeña y bonita ciudad de Le Moule, en Grande-Terre, muchas hermosas casas de madera han sido abandonadas porque sus habitantes se han ido a vivir a Francia o a otros lugares. Por otra parte, franceses metropolitanos llegan cada vez en mayor número para invertir en propiedades y en turismo, un flujo de tal magnitud que el escritor martiniqueño Patrick Chaoiseau ve en este fenómeno un "genocidio de sustitución": Francia importa de esta manera mano de obra barata, mientras exporta sus funcionarios y pensionistas. Algunos antillanos temen que la negridad de las islas está amenazada, a pesar del hecho de que cada vez más haitianos y dominicanos, en busca de prosperidad y seguridad, están residiendo ilegalmente a los territorios franceses de ultramar en el Caribe.

Si escuchamos a los guadalupeños, nos damos cuenta de que como nación se sienten despreciados por los franceses. Las heridas en su memoria colectiva son profundas: esclavitud, las esperanzas de la Revolución Francesa borradas de un plumazo - los guadalupeños fueron liberados en 1794, pero re-esclavizados en 1805 por orden de Napoleón (el Emperador estaba casado con la propietaria de plantación Joséphine de Beauharnais, una criolla de Martinica "béké", esto es, de ascendencia europea). Hay miles de familias indias que vinieron a trabajar en las plantaciones de caña de azúcar después de la abolición definitiva de la esclavitud en 1848, que incluso ahora se mezclan escasamente con el resto de la población. No olvidemos el reclutamiento bajo la Tercera República de jóvenes usados como carne de cañón, la represión sangrienta de la policía durante las huelgas de Pointe-à-Pitre en 1967 que resultaron en más de 100 muertes, y finalmente, pero igualmente una afrenta, el escándalo "chlordecone", un pesticida prohibido en Francia y en toda la Unión Europea a la que se dio una exención administrativa para las plantaciones de banana en las Antillas Francesas, bajo presión de ricos békés martiniqueños, dueños de grandes plantaciones, resultando en una tal contaminación de las aguas subterráneas de Guadalupe, así como de sus ríos y costa que los cangrejos de río no son aptos para el consumo - Le Monde habla de un auténtico desastre ecológico.

Sorprendentemente, el creole, una lengua viva muy en uso, todavía no tiene un estatus oficial. Algunos Guadalupeños, que no han recibido una completa educación en francés, se sienten sobrepasados por la complejidad de los largos formularios administrativos redactados por las oficinas parisinas y esto puede reafirmar la impresión de que todavía están colonizados o aculturizados. Además, no hay subtítulos en las noticias para aquellos que no comprenden bien el francés, parece que la República prefiere no afrontar la realidad en nombre del sacrosanto "una nación, un estado", al mismo tiempo que defiende que... ¡La UE promueve diversidad y accesibilidad para todos!

"¡Pero gracias a estas ayudas de Francia todavía tenéis casas preciosas y fantásticas carreteras!" Tuve la desfachatez de decir un día. Obviamente este es el tipo de frasecita cáustica y paternalista que solivianta a los guadalupeños. Estos subsidios, de hecho, sirven para mantener la isla en estado de dependencia y pasividad. Al contrario que en Dominica y Santa Lucía, que son mucho más pobres, Guadalupe hace poco por adaptarse al clima económico o a su medio ambiente tropical. El cultivo de huerta no tiene apoyos y las construcciones no están adaptadas para aguantar ciclones. Después de todo, París está ahí para pagar los desperfectos y Guadalupe no tiene el derecho de autodeterminación. La economía, en su mayoría le da la espalda a la América Caribeña; al ser un territorio de la Unión Europea, es más fácil importar productos de Francia que de las islas vecinas. Incluso en lo concerniente al turismo, no fue que en 2016 cuando Norwegian, la aerolinea low-cost escandinava (con base en Irlanda), comenzó a ofrecer vuelos directos low-cost conectando Point-à-Pitre con Nueva York, Baltimore y Boston, rompiendo así el casi monopolio de Air France y Air Caraïbes (esta última un negocio familiar francés perteneciente a la familia Dubrueil). Estas nuevas conexiones harán de los Estados Unidos un lugar más popular que París para las vacaciones y a largo plazo podría americanizar la población de las Antillas Francesas ya que se benefician de la exención de visa para los Estados Unidos.

Un mundo artístico en ebullición

En lo que concierne a la escena artística, la situación es delicada. Un artista que desea vivir de su arte se enfrenta a una carrera de obstáculos, a pesar de que en la isla, el arte popular y la cultura tengan buen pulso. Por ejemplo, la asociación artística L'Artocarpe - al haber alcanzado un éxito internacional en la ciudad de Le Moule creando numerosas residencias en una casa de tres pisos propiedad de su fundadora, la artista Joële Ferly, ésta tuvo que cumplir con los estándares europeos sobre acceso para discapacitados. Pero... ¿ como podía Ferly financiar la construcción de un ascensor en su casa? No tuvo otra elección más que parar toda sus actividades orientadas al público y mudarse a Nueva York, hasta que encontrase una solución.

También esta el dinámico Thierry Alet, un artista que ha trabajado sobre la memoria colectiva de las Indias Occidentales con su famosa escultura "Sangre", un trabajo encargado por la Clément Foundation, en otras palabras, financiada por el gran magnate béké de Martinica, Bernard Hayot (un hombre que está a la cabeza de distribución a gran escala, comercio de coches, sector agro-alimentario e intereses en el negocio de importaciones en las Antillas Francesas). Esta obra maestra fue el tema de un artículo en el prestigioso diario The New York Times. De hecho Alet, que vive a caballo entre las Antillas y Nueva York, ha abierto dos galerías en Basse-Terre y Jarry, la zona industrial y comercial de Point-à-Pitre. Después de "Sangre", Alet realizó otro interesante trabajo llamado "La Ladrona de Niños"- un trabajo realizado con pequeñas piezas de madera pintada de diferentes colores. Se puede ver en el impresionante Memorial ACTe en Point-à-Pitre.

Blood de T. Alet | ©Pierre Scordia

La arquitectura de este magnífico museo dedicado a la esclavitud y a la historia de los afro-americanos es curiosamente similar a la del Muée de la Méditerranée de Marsella. ¡Pero nos aseguran que la firma de arquitectos que lo construyó es enteramente guadalupeña! Este faraónico museo con una vista ininterrumpida de la montañosa isla de Bass-Terre costo la asombrosa cifra de 83 millones de euros, una fortuna colosal para un país en medio de una crisis económica. Lo más sorprendente es que este lugar fue construido en un barrio con mala reputación en la decadente y peligrosa Point-à-Pitre. Para llegar, hay que atravesar con coraje una zona llena de prostitutas dominicanas y traficantes de drogas.

Se estima que el ACTe Memorial necesitaría, por lo menos, 1500 visitantes al día para ser rentable. Sin embargo, estuve allí en abril de 2016 y yo era el único turista en el enorme hall donde cuatro recepcionistas me dieron la bienvenida con enormes sonrisas. Algunos periodistas guadalupeños predicen que habrá una media de 150 visitas diarias... Para la inauguración de este espectacular museo el 10 de mayo de 2015, la Región de Guadalupe se cuidó mucho de ocultar estas realidades deprimentes a François Hollande y a otros invitados, Jefes de Estado de África y América.

¿Un puesto avanzado del fracaso de la República Francesa?

Pero miremos el lado positivo: las dificultades y los éxitos de los artistas antes mencionados, emprendedores formados en Norte América y el Reino Unido, dan motivos para la esperanza (Ferly vivió 15 años en Londres, Alet todavía está en Nueva York). Cada vez más antillanos franceses piensan que sería posible para Guadalupe una prosperidad viable si hubiera una mayor integración de la isla con el resto del mundo caribeño dentro de un contexto norteamericano. Una descentralización, o incluso una retirada del estado francés, sería sin duda deseable a largo plazo para emancipar a sus ciudadanos permitiéndoles fomentar el emprendimiento.

De otro modo, Guadalupe podría seguir los paso de muchos territorios franceses de ultramar que están en peligro de quiebra. Francia puede aportar una mayor seguridad financiera apoyando el emprendimiento privado y llevando a cabo profundas reformas de estos departamentos, comunidades, regiones y territorios.

Durante la huelga de 45 días en 2009 contra el alto coste de la vida que paralizó la isla, los manifestantes pidieron una mayor autonomía para Guadalupe. Este evento se percibió por muchos guadalupeños como un signo de esperanza porque se dieron cuenta de que podían ser económicamente autosuficientes sin una dependencia de los bienes y productos importados de Francia. Queda esperar que el sentido común prevalecerá en París y Basse-Terre (la capital de departamento de Guadalupe) y que se le dará un significativo grado de autonomía a esta isla caribeña sin que haya indebidas interferencias de parte de la administración francesa. Pero como un residente francés de larga duración me comentó, es más probable que los guadalupeños rechacen cualquier cambio de su status quo, tal y como hicieron en el referendum de 2003, al contrario que la Martinica. Los guadalupeños desearían, en teoría, una independencia o autonomía, pero muchos tienen miedo a lo desconocido. "Ya no estamos en el siglo XIX. París ya no es el problema y yo creo incluso que Francia estaría preparada a otorgar una gran autonomía a la isla como hizo, a pesar de los muchos sobresaltos en el camino, con Nueva Caledonia y Polinesia. Parece, sin embargo, que hay lobbies con mucho poder en las Antillas Francesas que pondrían impedimentos a cambios en Guadalupe para preservar sus egoístas intereses económicos. Esto, por desgracia afecta negativamente a los recursos económicos de la "Isla Mariposa" y a aquellos del endeudado estado francés.

Se necesitan verdaderas reformas de parte del Presidente Macron que den plena autonomía política y fiscal a los territorios de ultramar".

Me fui de Guadalupe con la esperanza de que los guadalupeños empiecen a tomar las riendas de su destino y de que este proceso lo pueda acelerar el gobierno en Francia; Emmanuel Macron y Édouard Philippe se declaran Girondinos, hombres que, no solo para ultramar, sino también para las regiones francesas, desean una cierta autonomía.

FORM-Idea.com Madrid, 21 de septiembre de 2017.

Traducido del inglés por Claudio Sales Palmero

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2 thoughts on “Guadalupe: una isla francesa entre el paraíso y la desesperanza

  1. Myron Iannucci says:

    Muy bueno – Terrific article

  2. wanda turbides says:

    un artículo muy pragmático que llena de tristeza a los países que dependemos de las potencias, es muy deprimente saber, los intereses de unos pocos son los que prevalecen, para ellos ser más ricos (minoría) y el resto de la población (mayoría), más y más pobres. Es la historia de nunca acabar

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