LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y EL SÉPTIMO ARTE EN UNA INGLATERRA POST-BREXIT

'Dunkerque' de Nolan y 'El instante más oscuro" ('Darkest Hour') de Wright son dos películas diametralmente opuestas; de hecho, una, parte del desconcierto y la vergüenza que sienten los soldados británicos presentes en el frente mientras que la otra glorifica la adversidad inglesa consolidando el mito de la resistencia heroica de un pueblo encarnado por la personalidad de Winston Churchill. Pero las dos se complementan porque una pone en escena a los que toman las decisiones en Westminster, lejos del campo de batalla, mientras que la otra nos muestra el horror de la guerra y el traumatismo de la derrota. Mientras que Churchill pide a los franceses que continúen la lucha, los británicos en Dunkerque prohíben a sus aliados franceses que se embarquen y huyan con ellos.

En 'Dunkerque' nada de heroísmo, ni bravura, ni siquiera de patriotismo o de lealtad. La fraternidad no interesa ya a los soldados. Rechazan a los extranjeros (belgas y holandeses), los hombres de diferentes regimientos e incluso a los soldados franceses que han estado luchando a su lado y que continúan conteniendo a los alemanes para facilitar la evacuación del ejercito de su Graciosa Majestad. Los combatientes británicos están en cólera, y se muestran rencorosos, traduciéndose en comportamientos hostiles hacia los tramposos que tratan de ganar puestos al frente de la cola para embarcar primero a Inglaterra.

Al final, los pequeños barcos aseguran la partida. En la película de Nolan, un hombre y su hijo navegan a bordo de su yate hacia las costas francesas. No tienen ningún sentimiento patriótico, responden simplemente a la llamada para ir a buscar algunos soldados. Nada más. No tienen la más mínima idea de que van al rescate del ejército británico. Se vuelven con una veintena o treintena de soldados, algunos traumatizados, muchos otros avergonzados, y grande es su sorpresa cuando a la llegada son recibidos como héroes. De un día a otro todo se da la vuelta y es gracias al discurso de Churchill.

Hasta el acontecimiento de Dunkerque, había en realidad poco entusiasmo por la guerra en Inglaterra. El gobierno conservador y la élite eran menospreciadas, sobre todo por la clase obrera, Churchill no era nada popular. Se le asociaba al hombre que había enviado al ejército para atacar a los sindicalistas en huelga, se le identificaba como el calamitoso ministro de finanzas en los años 20 y sobre todo se le acusaba de haber sido el responsable de las pérdidas militares de la batalla de los Dardanelos en 1915, una carnicería inútil de la Gran Guerra.

Con el modesto éxito de Dunkerque, Churchill se convirtió en una nueva leyenda: el político que salva al ejército británico del desastre. A partir de ese momento los soldados podrán demostrar su valía ante los alemanes despiadados, fuertes y peligrosos. El discurso de Churchill en el Parlamento de Westminster en el que declara que Gran Bretaña no se rendirá jamás es respaldado por la evacuación realizada a Dunkerque. De esta manera el Reino Unido no ha necesitado recurrir a un armisticio humillante como el que deseaban numerosos conservadores y aristócratas interesados en preservar su ejército.

Al contrario que en la película 'Dunkerque', en 'El instante más oscuro' (Darkest Hour) no se refleja la verdad histórica. A pesar del extraordinario reparto, la película queda superficial. No explica la razón por la que Churchill es elegido para dirigir el país y este largo metraje exagéra, por no decir inventa, el entusiasmo por la guerra tanto entre los diputados como entre la población. La escena donde Churchill se persona en el metro para tomar el pulso al pueblo es ridícula y pura ficción, como si el pueblo hubiera estado unánimemente unido en la causa de Churchill y presto a sacrificarse. ¡Las películas de propaganda no lo hubieran hecho mejor! Uno tiene la impresión de que esta secuencia se ha filmado para felicidad de los partidarios del Bréxit.

Curiosamente, el actor Gary Oldman que interpreta el papel de Winston pone el acento sobre la palabra 'surrender' (capitulación) mientras que en realidad Churchill prefirió remarcar la palabra 'never', (nunca). 'No nos rendiremos Nunca'. 'Nos batiremos siempre y en todas partes, cueste lo que cueste'. El mensaje de Churchill era simple: una política clara, implacable. Su famosa frase 'Nunca nos rendiremos' no era teatro, servía al mismo tiempo de anuncio a los nazis que pensaban invadir Gran Bretaña. Quería la victoria, la victoria total, nada menos, prometiendo sangre, trabajo, lagrimas y sudor.

Hombre de acción, se distinguió de los políticos de primera línea que, evaluando constantemente los riesgos que se corrían, preferían el apaciguamiento y el acuerdo (Chamberlain y el conde de Halifax).

Como ocurre a menudo en la historia, la suerte fue determinante. La situación geográfica, (la insularidad), y la meteorología evitaron a Inglaterra conocer una catástrofe militar y política. Si los Alemanes hubieran comenzado su desembarco, es muy probable que el conde de Halifax y sus numerosos aliados conservadores habrían reclamado la entrada de Churchill en el duro pasado de las derrotas militares. No se puede revisar la historia con 'si...', sin embargo todos somos deudores de la determinación de Winston Churchill y del coraje de los Británicos frente a la adversidad.