¡Qué locura! El rodaje de #theworldscraziestdancevideo
Sean Duggan
¿De dónde viene la inspiración?
A lo largo de los últimos 27 años he apoyado Calcutta Rescue, una pequeña ONG en Calcuta (India), que proporciona cuidados médicos y educa a millares de personas sin recursos en los barrios de chabolas de la ciudad. He editado su newsletter en el Reino Unido durante años, he escrito centenares de artículos sobre su trabajo y organizado encuentros, salidas nocturnas e incluso una marcha sobre el fuego con el objetivo de recaudar fondos. Siempre estoy atento a nuevas iniciativas para dar a conocer el nombre de esta fundación. Cuanta más gente nos apoye más podremos hacer por aquellos que se encuentran en una situación extremadamente precaria.
El noviembre pasado, me llegó la inspiración al recibir una llamada de mi amiga Isabelle que dirige un grupo de apoyo de la asociación en la Suiza germanófona. Ella acababa de venir de Calcuta y me dijo que había ido a un sanatorio un día en que habían anunciado a dos mujeres que por fin estaban libres de tuberculosis, recordemos que esta enfermedad mata a 300.000 personas cada año en India. Las mujeres estaban tan contentas que se pusieron a bailar de alegría en medio de la clínica ante el asombro del personal y los pacientes.
Inmediatamente reconocí el poder de esta imagen, de esta historia. Al principio pensé en escribir sobre ello, pero después de saber que un fotógrafo británico que apoya Calcutta Rescue iba a estar en esta megalópolis india en marzo al mismo tiempo que yo, otra idea me vino a la cabeza: "¿y si pudiéramos grabar un vídeo de gente bailando de alegría por todos los lugares donde Calcutta Rescue tiene un proyecto?" Aunque al principio pensé que era una locura, cuanto más le daba vueltas más me apetecía hacerlo.
El trabajo de la asociación es ciertamente loable, pero la situación es extremadamente deprimente. Las personas a las que se socorren son víctimas de la marginación. ¿Cómo podría ser de otra forma si sus clínicas y sus escuelas se encuentra en los peores barrios de chabolas de la India y las personas a las que ayuda son las más desfavorecidas, algunos sufriendo enfermedades como la tuberculosis y la lepra?
Sin embargo, habiendo dirigido una clínica al principio de los años 90 y habiendo visitado numerosas veces los lugares de los proyectos, constaté que a pesar de todos los desafíos considerables, el personal y los pacientes dan prueba de una resiliencia considerable y aprecian la más mínima mejora. Cada día, hay situaciones que aportan humor y alegría. Si pudiéramos captar ese espíritu en una película quizá podríamos cambiar algunas ideas preconcebidas... y este enfoque innovador podría acercar miles de personas más el fantástico proyecto de Calcutta Rescue.
Pero cuando en febrero llegué a Calcuta para los preparativos del rodaje, comencé a tener serias dudas sobre el proyecto.
Primero teníamos que explicarlo a una docena de equipos, obtener su adhesión al proyecto y ensayar los movimientos de baile. Luego tendríamos que rodar en 12 lugares diferentes de la ciudad en solo ocho días : una farmacia, escuelas, un almacén, una clínica de lepra, una ambulancia... Todos esos lugares resultaban estrechos y llenos de gente, siendo casi imposible dar un paso y no digamos desplegar un equipo de rodaje; desplazarse por la ciudad, por sus calles superpobladas, era una tarea titánica, y más aun en los aplastantes 36 grados a los que estábamos. No hace falta decir que el personal tenía tareas mucho más importantes... ¡No sabíamos como los pacientes iban a reaccionar!
El principio no fue de buen augurio cuando el fundador de la asociación, el Dr Jack Preger, hombre muy discreto, se negó a aparecer en el vídeo, afirmando que el lugar donde le quería rodar, el techo de la escuela donde vive - situada en medio del barrio de la prostitución de Calcuta- era peligroso y podía hundirse en cualquier momento si alguien bailaba sobre el (¡Y con mucha razón!); otro problema, ni el fotógrafo y músico Jake Roos ni yo hablamos una palabra de bengali ni de hindi. Así que cuando Jake llegó a la ciudad unas semanas más tarde, tuve que hacer un gran esfuerzo por disimular mi temor a que fuera un fracaso.
Afortunadamente, contamos con los servicios de una excelente colaboradora especializada en los media, Suchandra Chatterjee, preparada a asistirnos como traductora e intermediaria. Sin ella, el proyecto no habría salido a la luz. A pesar de la ayuda inestimable de Suchandra, la amabilidad y profesionalidad sin fallo de Jake el rodaje fue un reto extenuante. A las 16 horas del primer día estaba agotado.
Recuerdo que estábamos rodando unos pasos de baile complejos en los lugares de artesanía de precio justo de Calcutta Rescue, los artesanos efectuaban los movimientos específicos en un orden preciso donde todo el mundo tenía que ponerse en circulo y agitar fulares multicolores en el aire. Pronto perdí la cuenta del número de tomas que tuvimos que rodar sin un buen resultado a la vista. O los artesanos fallaban en el paso, o se producía algún incidente mientras rodábamos en la calle: por ejemplo, un vecino cruzó el circulo llevando unas sábanas, un perro vagabundo famélico y lleno de pulgas eligió nuestro lugar para recostarse y mordisquear su trasero.
Más tarde, en Tala Park, la clínica más grande de la ONG, casi pierdo los dedos probando si los bancos de metal podrían aguantar el peso de los bailarines. Estaba de pie sobre uno de ellos saltando y levantando las manos, cuando con la mano derecha le di a la hélice de un ventilador oxidado suspendido del techo que giraba a toda velocidad. Gracias a la intensidad del choque no sentí ningún dolor, pero la vista del chorro de sangre sobre el banco de enfrente me hizo comprender que no salía indemne. Afortunadamente, estaba en el sitio apropiado, ahí estaba el equipo acostumbrado a tratar víctimas de heridas espantosas causadas por incendios y colisiones en la calle. Así que, en un minuto, se ocuparon de mí. Me curó un equipo compuesto por un médico, el director médico de la ONG y dos enfermeros muy experimentados. Me dispensaron más cuidados de los necesarios para unos cortes en la mano, pero me sentí en muy buenas manos.
En el curso de esa semana, conocimos gente inolvidable: una mujer abandonada por su familia y luego apuñalada y golpeada por su marido cuando supieron que había contraído la lepra, una abuela de 90 años que insistió en venir a bailar a la clínica, a pesar de una operación en la cadera tan solo un mes antes, un adolescente, huérfano desde muy pequeño que había recobrado la autoestima gracias al fútbol, una madre que con la ayuda del personal de la organización ha hecho frente a los insultos y agresiones de sus vecinos que le habían prohibido utilizar los wc comunales de las chabolas porque tenía tuberculosis multiresistente. Todas estas personas así como los centenares de otras, estudiantes y pacientes, estaban más que felices de bailar delante de nuestra cámara. Cada vez que llegábamos a una clínica o a un taller, explicábamos lo que hacíamos y lo que queríamos. Insistíamos en que nadie debía sentirse obligado a participar o a ser filmado, pero casi todo el mundo quería colaborar con nuestro proyecto. La atmósfera de excitación y de felicidad era palpable, lo que constituía una suficiente recompensa para coronar nuestros esfuerzos.
Durante esos minutos de rodaje, ellos tenían la impresión de estar bajo los focos, sentían que importaban, que el mundo exterior, del que algunos solo tienen una ligera comprensión, les miraba. Una banda sonora, Living in the City del artista británico Rhys Lewis, que nos a permitido utilizarla gratis, y el fantástico trabajo de cámara y edición de Jake, han hecho de ese vídeo un clip alegre y optimista.
Más de 15000 personas han visto el vídeo en la primera semana de su publicación en YouTube y Facebook. A veces las ideas mas locas pueden convertirse en utopías realizables, si uno cree en ellas con una fuerza suficiente...
FΩRMIdea Valencia, el 13 de Junio de 2018. Read in English | Lire en français
Traducido al español por Claudio Sales Palmero.