El AUKUS o el hilo malo de Ariadna | la política extranjera de Francia
Cuando el mundo descubría el horror de las matanzas de Bucha, Macron declaró al parlamento europeo que no hacía falta humillar a Rusia, entonces mucha gente pensó que hacía alusión al tratado de Versalles de 1919 que hizo de Alemania la única responsable de la Gran Guerra de 14-18, lo que acarreó reparaciones de guerra colosales, pérdidas territoriales, una desmilitarización, la pérdida de sus colonias. Este dictado, verdadera humillación nacional, acarreó un resentimiento general y un espíritu vengativo entre los nacionalistas. Todos sabemos a dónde condujo eso a Europa 20 años más tarde.
Recordaba también el presidente francés otra experiencia, más personal esta vez: la humillación que padeció el AUKUS, la alianza militar anglosajona entre Australia, Estados Unidos y Gran Bretaña, que se hizo a espaldas de Francia excluida sistemáticamente. Puso fin a la “bromance” entre Macron y Biden este acuerdo contra China, cuyas negociaciones empezaron a escondidas durante la cumbre del G7 en Cornualles, bajo la presidencia del Primer Ministro Boris Johnson; Hay que recordar las imágenes en las que se veía al presidente de la República dando palmitas en la espalda del presidente de los Estados Unidos cada vez que estaban frente a las cámaras del mundo entero. Ex banquero de Rothschild & Co, hablaba un inglés fluido y creía que un día llegaría a ser el inevitable líder del mundo occidental y liberal y el aliado fiable de los Estados Unidos.
Después de la Cumbre del G7 – en el que Johnson se cuidó de invitar al impopular Primer Ministro australiano – Scott Morrison se fue a París para encontrar a los líderes franceses y fingió buena voluntad como si todo saliera bien entre las relaciones franco-australianas cuyo eje era la cooperación militar, sobre todo con el “contrato del siglo”, la venta de 12 submarinos diésel franceses a Australia.
El 15 de septiembre de 2021, anunciaron los 3 países a todo el mundo su alianza militar y la entrega de submarinos angloamericanos de propulsión nuclear a Australia, cancelando así el “contrato del siglo” franco australiano, firmado en 2016, estimado a 90 millares de dólares australianos. Fue una bofetada, incluso una traición de parte de los aliados tradicionales de Francia. Chocó tanto a Macron, americanófilo, que hasta volvió a llamar a los embajadores de Canberra y de Washington, lo que nunca se había producido en la historia de las relaciones franco-americanas. En cuanto a Boris Johnson que había tramado este engaño, Paris prefirió ignorarle y no tomó ninguna medida contra el Reino Unido cuyas relaciones con Francia habían empeorado ya con lo del Brexit. La broma de Johnson a propósito de la ira de Macron, declarando a los periodistas “donnez-moi un break” (dadme un descanso), no hizo sino envenenar las relaciones. París no podía aguantar la burla y la autosatisfacción británicas.
A los franceses les hubiera gustado más ser enterados por sus aliados. Tal vez hubieran encontrado un compromiso, por ejemplo, con la venta de 4 submarinos franceses (y no 12), lo que hubiera permitido que Australia poseyera submarinos modernos antes de 2040. La actitud arrogante de los anglosajones hizo resaltar la poca consideración que dan a Francia.
Entonces, no nos sorprende cuando Macron declara que los europeos no deben seguir la política exterior de Washington, que Francia no es un estado vasallo, que tendrá una política diferente para con China y que no acepta la sobrepuja de EE.UU. cuya piedra angular es el Aukus; No quisiera por nada Macron lisonjear el acuerdo anglosajón tan perjudicial a los intereses económicos de Francia en el Pacífico.
Prorrumpieron las críticas por las redes sociales y los medios de comunicación americanos y europeos. Es comprensible pero inexacto. Ciertamente, el poder chino amenaza las civilizaciones democráticas y daña los intereses occidentales. Este régimen apoya a los peores regímenes como Corea del Norte y Birmania. Se niega a condenar la agresión rusa en Ucrania; Aún peor, le ofrece un salvavidas comprando con descuento las materias primas rusas. China no deja ningún sitio para los derechos humanos dentro del país y es terriblemente agresivo en la conquista de las aguas del Mar de China, hasta cuando ocupa la isla de Scarborough, muy cerca de las costas filipinas. No vacila en favorecer la paz entre las teocracias (Irán /Arabia Saudí) e intimidar a los países que criticaron su política como Australia y Lituania.
¿Cómo podrían los franceses desolidarizarse de Taiwán? Una democracia dinámica que aún funciona mejor que la suya. El agresor no es Taipéi ni Washington sino Pekín. Por otra parte, hay que saber que en la memoria colectiva china sigue el deseo de vengarse del Occidente, no han olvidado las humillaciones que padecieron en el siglo XIX cuando los británicos sobre todo les obligaron a abrir su mercado a la venta del opio. Basta con leer el libro de Lucien Bodard “el Valle de las Rosas” para darse cuenta de la amplitud de la expedición punitiva franco-británica en China. El mayor acto de barbarie fue el saqueo y el incendio del espléndido Palacio de Verano. Además, parece que la visita del presidente francés no permitió mejorar la situación en Ucrania. Algunos analistas dicen que la visita de Luiz Inácio Lula da Silva a Pekín habría pesado más. Aunque Xi Jinping llamó a Zelenski el 26 de mayo, China sigue siendo benevolente con Rusia.
A pesar de todo no deberían criticar al presidente francés los anglosajones y sus aliados… Es Verdad que exasperan su arrogancia y su narcisismo, pero es un líder más bien pragmático con quien puede contar Europa. Entregó armas a los Ucranios, lentamente sí, pero fue el primero quien entregó carros de asalto a Kiev, importantísimos para reconquistar territorios perdidos. Cabe saber que la oposición en el Parlamento francés se opone a las sanciones económicas contra Rusia (Agrupación Nacional) y a la entrega de armas en nombre de una supuesta disminución de la tensión (Nupes – Nueva Unión Popular Ecologista y Social). Sería una catástrofe para Europa y para el OTAN una alternativa llevada por Marine Le Pen o por Jean-Luc Mélanchon.
En cuanto a la prensa anglosajona, menosprecia en general las consecuencias del AUKUS. No relaciona la política extranjera de Francia con la afrenta que sus gobiernos le infligieron a París. Analizan la política extranjera de Francia con condescendencia y arrogancia. Además, la broma del día de los Inocentes en las medias anglófonas decía que Francia se juntaría con el AUKUS que se volvería FUKUS (literalmente: ser el que paga el pato) y que una parte de los submarinos australianos de propulsión nuclear sería construida en Cherburgo (Normandía).
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