Juana de Navarra, duquesa de Bretaña y reina de Inglaterra
EL DESTINO DE UNA GRAN REINA POCO CONOCIDA
Autor: Pierre Scordia
REGENTE DE BRETAÑA
Juana de Navarra (Pamplona, 10 de julio de 1370 - Havering Bower, Essex, 9 de julio de 1437)
Hija de Carlos II el Malo, rey de Navarra y de Juana de Francia, fue la tercera mujer de Juan IV, duque de Bretaña, madre de Juan V y de Arturo de Richemont. Se convirtió en regente de Bretaña a la muerte de su marido en 1399, revelándose una fina diplomática, prudente y hábil en su política. Participó activamente en la política de conciliación entre los nobles del ducado. Contribuyó a la emancipación de los duques de Bretaña, de manera simbólica, pero con una gran importancia política, organizando funerales reales a su difunto marido y une entrada gloriosa en Rennes a su hijo Juan, heredero de la corona ducal.
Juana era ambiciosa, eligió la alianza con Inglaterra a pesar de ser una Valois por linea materna. En 1402, aceptó casarse con Enrique IV, primer rey de la dinastía Lancaster, llamado « el usurpador » por sus detractores. Enrique hubiera podido casarse con una princesa del Imperio, de Italia o de Castilla, pero juzgó que Bretaña tenía un preponderante interés estratégico. Esta alianza matrimonial permitió al nuevo rey consolidar sus lazos no solamente con los Montfort sino también con la casa real de Navarra, que tenía cierto poder en el sur de Francia, reforzando así su posición en la Guyenne. Ya bajo el reinado de Ricardo II, los Montfort y los Plantagenet negociaron un matrimonio principesco entre las dos casas a principios de los años 1390s. Se propuso a María, hija de Juan IV de Bretaña y de Juana de Navarra, como mujer de Enrique de Monmouth (futuro Enrique V) en 1393.
REINA DE INGLATERRA
El matrimonio entre el rey de Inglaterra y la Regente no tuvo una aceptación unánime en Bretaña y numerosos nobles lo desaprobaron. Para ellos estaba fuera de questión que Juana, una vez reina, pudiera continuar la regencia o incluso llevarse sus hijos con ella a la corte de los Lancaster. Ella lo comprende y se asegura, antes de partir, de entregar la tutela de Juan V a un hombre de su confianza : el duque de Borgoña, Felipe II el Audaz, que la colma de suntuosos regalos a los que él añade dinero contante y sonante. Este aliado se encarga de comprar a la aristocracia bretona; así, Juana aparta a los Clisson y al partido francés y marca el comienzo de unos lazos sólidos entre las casas de Bretaña y de Borgoña. Sin embargo, numerosos bretones no diferencian entre francés y borgoñón y desconfían de Felipe al que consideran como un Valois. La influencia borgoñona es de corta duración y poco significativa en este momento, ya que Juan V alcanza sa mayoría de edad en 1404.
Juana de Navarra, en tanto que esposa de Enrique IV y madre del duque de Bretaña, juega un papel clave en el mantenimiento de una cooperación entre los dos países. Gana y conserva una gran influencia sobre su marido, al que incita desde un primer momento a concluir una tregua con la Bretaña en 1406, tregua que desemboca en una alianza en 1413. El objetivo de la reina de Inglaterra es, sin duda alguna, proteger los intereses de su hijo, porque Juana, circunspecta y reflexiva, teme una vuelta de la guerra contra Francia, pais que apoya a Escocia y anima la rébelión de Glyndwr en el País de Gales.
Como fina diplomática, cultiva relaciones con las cortes de Francia y la península ibérica y se sirve de ello para cerrar una tregua entre el rey de Francia y el duque de Bretaña en 1407; Desaconsejó a su marido intervenir en la lucha de poder entre los armagnacs y los borgoñones acaecida por la incapacidad de Carlos VI para gobernar. Por su parte, Enrique IV se empleó en cuidar la Bretaña y pone la dote de Juana, el importante condado de Nantes, a disposición de Juan V. En realidad, Juana no renuncia jamás a sus ingresos, lo que crea una disputa de corta duración entre ella y su hijo en 1414. Juana renuncia únicamente a sus 120.000 libras adquiridas en su primer matrimonio. La reina conserva unas relaciones estrechas con sus hijos, con los que mantiene una correspondencia regular y les recibe en su corte de Inglaterra.
CONFLICTO CON ENRIQUE V
Su influencia sobre la política inglesa desaparece tras la muerte de su marido. Falla especialmente en su intento de casar a una de sus hijas bretonas con el heredero al trono, Enrique V. Hay que decir que este tenía más altas ambiciones. Aunque Juana consiguió mantener unas buenas relaciones con sus hijastros, tuvo algunos problemas con el nuevo rey, Enrique V, que quería hincarle el diente a su dote. Enrique la hizo arrestar por brujería. El asunto no llegó nunca ante la justicia a causa de falsas alegaciones. Incluso antes de que el rey le restituyera sus bienes en julio 1422, Juana disfrutó de ciertas libertades y de un tren de vida confortable durante su reclusión. Además, pudo continuar recibiendo a los grandes de reino, entre otros, el duque de Gloucester, el Cardenal Beaufort y lord Camoys. A su muerte, a la edad excepcional de 68 o 69 años, la corte Lancaster organizó un duelo ostentoso.
FORM-Idea.com Madrid, el 6 de abril de 2017.