Taras,
Ayer te conocí
Has cruzado muchos países
Moldavia, Rumania, Hungría, Austria, Alemania, Francia.
De noche,
Con tu bolsa en forma de rana en la espalda,
Arrastrando tu pequeña maleta,
La blancura de tu cara
Decía toda la palidez de tus sueños.
Mientras iba a tomarte en mis brazos,
Asustado diste un paso atrás.
Entonces entendí lo que hace la guerra a los niños.
Un profundo agujero en el alma.
Un miedo para siempre a los extraños
De los que no se sabe lo que traen:
¿Amor? ¿Destrucción brutal?
Estabas ensimismado, aferrándote a cada pedacito de ti, firmemente.
Tu cobijo, un pequeño bunker.
Taras,
Cuánto tiempo necesitarás
Para disolver esa nube pesada.
Este trauma y esta ira,
El miedo a perderlo todo otra vez, a cualquier momento, sin poder entender.
Los adultos saben, pueden entender.
Aunque esa pesadilla puede atormentar sus noches para siempre.
Pero un niño no puede entender la guerra.
Estalla, le estalla
Por dentro.
Tu mirada perdida,
La voz, la risa y las lágrimas furtivas y discretas de tu madre,
La dulzura de tu prima,
Están grabados en mi corazón
Para siempre.
Olas de amor para ti.
Ana