SUBLET: Una película que desafía a los cincuentones
“Sublet” es la historia de un escritor americano de 50 años que produce regularmente crónicas de viajes animados para el New York Times. Su nuevo artículo trata de Tel Aviv, la ciudad más de moda del Oriente Medio.
Para tomar el pulso de la capital cultural y económica de Israel, Michael, de postura algo hastiada, alquila el piso de un joven y guapo realizador (Tomer) en un barrio popular de la ciudad. Allí, separa a los dos hombres una brecha generacional: la organización diaria, su visión artística, el sentido de la historia, su concepción del amor y de la sexualidad. Sin embargo, aprenden a apreciarse y a falta de alojamiento, el joven israelí decide quedarse en el piso, servirá de guía al periodista de Nueva York.
Primero, esta película es un paseo por Tel Aviv, una metrópoli multicultural dinámica y creativa, una ciudad que se sitúa al mismo tiempo en Occidente y en el Oriente Medio, una mezcla acertada de Miami y Beirut; No es extraño que esta ciudad trepidante haya atraído a los artistas, a las minorías étnicas, a los empresarios a los laicos y a la diáspora judía. Sirve de tarjeta postal al país su malecón de donde se pueden admirar los cuerpos desnudos, tostados, esbeltos y musculosos, si atendemos a ciertos diálogos, nos damos cuenta de que detrás de esa imagen de modernidad y hedonismo, la sociedad está dividida. Domina el racismo, sobre todo para con la población árabe, y asistimos también a un éxodo de la juventud artística aficionada a la libertad.
Numerosos artistas israelíes tales como Itay Novik y Daniel Barenboïm vinieron a vivir en Berlín, 10.000 habrían escogido también la capital alemana así como unos gays israelíes a pesar del pesado pasado de la ciudad. Muchos tratan de conseguir un pasaporte europeo gracias al origen de uno de sus abuelos para vivir en Alemania. Esa tendencia no sorprende ya que la sociedad israelí padece la influencia de los judíos ortodoxos y ultra-ortodoxos que dominan por un índice de natalidad elevado. Se reduce a una piel de zapa el sueño de los exploradores ashkenazíes con una democracia laica e igualitaria en tierra de Palestina. Graba su pasado en ese largo metraje Tomer, educado en un kibutz por una madre soltera de ideas muy progresistas.
Pero es sobre todo Sublet una reflexión sobre los ciclos de la vida. El que desempeña a maravilla el papel de Michael John Benjamin Hickey es muy convincente en la piel de un hombre de sentimientos embotados, pero que goza de todas sus facultades intelectuales. Encontrarse con el rozagante seductor Tomer le hace sentir el peso de los años. Las reflexiones desenvueltas de Tomer sobre la edad del hombre de 50 años expresan cierta violencia involuntaria. Cuando uno tiene 20 años le resulta imposible meterse en la piel de un cincuentón, pero el contrario es posible. Las sensaciones que busca el chico guapo israelí Tomer le parecen a menudo superfluas a su mayor marcado por la experiencia y la desaparición de sus próximos, aunque el entusiasmo del guapo joven israelí rejuvenece algo al intelectual.
Contar ciertas escenas sería revelar la película. No es lo que se propone esta crítica. ¿Va Tomer, libre, joven, despreocupado, a enamorarse de un hombre mayor o se escapará Michael de la pasión que tiene un señor que envejece por un efebo?
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