Protofeministas del Siglo de Oro

Sus novelas son de tipo picaresco pero de la alta sociedad de su época. Sus personajes se entregan libremente a sus pasiones y, aunque como mandaban los cánones, las historias tenían un desenlace moralizante, su obra no tiene tal fin, poniendo más énfasis en cómo viven sus personajes esas pasiones. Evitó los abusos retóricos del estilo culteranista barroco dando vivacidad y frescura a sus narraciones con fuerte contenido erótico al modo del Decamerón de Boccaccio. Sus damas se comportan con una inusual desenvoltura, una se encapricha de un caballero que ve desde su balcón y le persigue, otra esconde a su amante negro hasta que ve saciados sus impulsos hacia él. Curiosamente su obra pasó la censura de la inquisición en el siglo XVII pero ésta prohibió su reedición en el XVIII.

En el siglo XIX, Emilia Pardo Bazán es su redescubridora, reivindicando el protofeminismo de sus personajes, y como muestra de ello nada mejor que dejar hablar a la obra Maria de Zayas:

“Pues no hay duda que si no se dieran tanto a la compostura, afeminándose más que naturaleza las afeminó, y como en lugar de aplicarse a jugar las armas y a estudiar las ciencias, estudian en criar el cabello y matizar el rostro, ya pudiera ser que pasaran en todo a los hombres”

“En la era que corre estamos con tan adversa opinión con los hombres, que ni con el sufrimiento los vencemos ni con la conciencia los obligamos. (...) ¿Por qué, vanos legisladores del mundo, atáis nuestras manos para la venganza, imposibilitando nuestras fuerzas con vuestras falsas opiniones, pues nos negáis letras y armas? ¿Nuestra alma no es la misma que la de los hombres? (...) Por tenernos sujetas desde que nacimos, vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con temores de la honra, y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas, y por libros almohadillas”